tag:blogger.com,1999:blog-64136854488066448502024-03-13T13:16:46.043+01:00LA LIBERTÁPSEUDOBLOG Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.comBlogger80125tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-23032424205784867812020-03-27T13:40:00.000+01:002020-03-27T13:40:17.781+01:00El humor en los tiempos del cólera<div style="text-align: justify;">
En unos días hemos pasado de mirarnos nuestro propio ombligo con distintas intensidades, de tener presentes como prioridad en cada momento nuestras tristezas y preocupaciones, a ser espectadores y/o víctimas de una bomba de realidad, a ser una pieza más de un colectivo vulnerable que parece pensar en ombligos ajenos antes que en los suyos. La solidaridad existe, vecinos haciendo la compra a quienes no pueden o no deben salir, mujeres muy mayores cosiendo accesorios de protección para trabajadores, alumnos de universidad ofreciéndose a ayudar on line a los más jóvenes, conciertos, lecturas, cursos y clases gratuitas de todo tipo. Y esa nueva despedida que sustituye al adiós o al hasta luego: Cuídate, cuidaos mucho, tened cuidado.</div>
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Yo, que salgo a trabajar cada día de buena gana, que trato de protegerme, de proteger a los míos, de obligar a protegerse a otros, y percibo el miedo y la realidad más allá de nuestras paredes y nuestras pantallas, recibo cientos de mensajes cada día. Unos más ingeniosos que otros, sabiendo que la situación en sí misma no tiene ni puta gracia. Y me hacen reir, o sonreir, o recordar a quién me lo envía. Escucho a diario a profesionales sanitarios lamentando cuidar sin ser cuidados y es cierto que ante este enemigo cabrón e invisible dejamos desarmados a los mejores guerreros en primera línea de combate. Pero no he escuchado a ninguno la intención de rendirse, y me consta que bastantes de ellos, en su tiempo libre, tratan de desconectar con los suyos, de combatir inevitables bajones de moral con voluntad y buen humor. Esa risa sanadora, ese sentido del humor y del amor que nos ayuda a sobrellevar esta nueva vida de reclusión. Bromas, juegos, memes, desafíos, vídeos de amig@s y familia. Más que nunca, ahora estamos conectados, precisamente en estos días en el que todos están igual de lejos, la amiga que vive en Roma, y el amigo que vive en la misma calle, confinados en las Repúblicas Independientes de sus casas. </div>
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Cuando me paro a pensar, me aterra la forma en que hemos normalizado la muerte. Lo rápido y lo fácil que es seguir adelante con tus nuevas rutinas mientras fuera se desata la tormenta y amenaza con golpear tu casa en algún momento, quién sabe, si todos estamos un poco a la intemperie en este campo de batalla. Las cifras son apabullantes, y no paran de crecer. Pero estamos dentro de la tormenta, en el ojo del huracán, y no hay suficiente perspectiva para ver los daños. Duele más cuando a alguna de las cifras le pones cara y nombre, pero mientras, parece mentira que podamos sobreponernos a esas estadísticas que no pronostican nada bueno, aferrarnos a la esperanza y seguir creyendo más que nunca en las risas del día después. </div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-51293910056478102372020-02-10T13:40:00.000+01:002020-02-10T13:40:14.948+01:00EL VALOR DE LA VIDA O LA VIDA SIN VALOR<div style="text-align: justify;">
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No creo que la vida sea un valor en sí misma. El hecho de que funcionen tus pulmones y te lata el corazón, de que tu sistema digestivo responda como debe en términos de ingestión y expulsión de materiales, de que tus órganos de los sentidos capten información de mejor o peor calidad, con o sin prótesis (yo empiezo a estar un poco sorda, teniente que decía mi abuelo, y necesito gafas desde que abro los ojos por la mañana para no actuar como Rompetechos), de que seamos capaces de articular palabras y comunicarnos en el idioma que geográficamente nos corresponde...la salud, en definitiva, es algo tan necesario como conducir un coche en buen estado si vas a emprender una largo viaje. Siempre transitarán mejor y más seguros quienes tengan en mejores condiciones el motor, el chasis, las ruedas. Es la primera condición, la que marcará los límites, la distancia y la resistencia en el trayecto. Valoro muchísimo que todos los sistemas funcionen de la manera para la que han sido programados, es un excelente punto de punto de partida emprender el viaje con todo bien engrasado, conectado y sin averías. Pero solo esto, no es motivo suficiente para quedarse. A partir de ahí, nuestro recorrido estará trazado por el azar y por el acierto o error de nuestras propias decisiones.<br />
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Puedo recordar varias situaciones en las que la vida no es un regalo sino una pesada carga, una larga condena, una putada. No hablo de etapas grises, de malas rachas más o menos prolongadas, de enfermar de tristeza de vez en cuando, de enfadarte seriamente con el mundo cuando las cosas se empeñan en venir torcidas. Hablo más de tocar fondo y que no haya nadie para sacarte de allí, ni se le espere; de que sea tu gente quien caiga en un pozo y que debas ser tú, al límite de tus fuerzas, el que se agarre al brocal y cargue con su peso para que no lleguen a ahogarse; de largos días de dolor sin paliativos ni esperanza; de la soledad. No concibo la vida como obligación, es vacío y carente de sentido aceptar que solo estamos aquí para perpetuar una especie, que nuestro paso por el mundo es el eslabón de una cadena que pretendemos sea infinita, sin más. Que llegamos aquí para dejar aceptable el chiringuito, dispuesto para que lo ocupen los siguientes, y después los hijos de los siguientes; una herencia de responsabilidad con gente a la que no conoces, un trabajo de guardés de tu cachito de mundo para que se mantenga en pie hasta que llegue el relevo. Lo importante es el trayecto, encontrar estimulante el viaje, o al menos parte de sus etapas. Llegar a lugares donde permanecer, a gente con la que enredarte </div>
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Lo único que te amarra son los afectos. Amigos, familia, hijos en primer lugar. Ellos sí son un ancla que nos evita tomar rutas equivocadas o definitivas, sin vuelta atrás.Tejen entre todos una red de hilos invisibles que nos mantiene a una distancia prudencial del abismo.Siempre hay alguna de esas hebras que sabe cuando es el momento de tensar porque el tiempo viene revuelto y tiendes a dejarte llevar lejos de tierra firme. Es entonces cuando no decides tú, ni tu estado de ánimo, porque la vida no es completamente tuya y tu hundimiento, tu huida, tu deserción, puede arrastrar a otros o dejarlos indefensos por alguno de sus flancos. Esa es la trampa que nos sujeta al mundo: el amor, el afecto, la lealtad, el compromiso. Sin eso, no tiene mucho valor el hecho de seguir rodando. O saltando.<br />
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<iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/OOlPbNwgjBE/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/OOlPbNwgjBE?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
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<br />Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-85766300276275616612020-01-22T20:39:00.000+01:002020-01-22T20:39:44.280+01:00COSAS QUE ME PASANMe da miedo entrar en la cocina<br />
me da miedo lo que pueda haber<br />
la tostadora se ha vuelto asesina<br />
el lavaplatos no me puede ver<br />
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<i>Siempre te están pasando cosas</i>, dice mi hijo, con una mezcla de asombro y desesperación. Porque no se refiere a que me toque la lotería, me llegue una oferta de trabajo inesperada y tentadora, me surja un viaje por sorpresa, me premien por cualquiera de mis talentos ocultos...no. Cansado está de <i>las cosas que me pasan.</i> Suelo padecer rachas temáticas: de enfermedades (nada graves), de accidentes (a los que sobrevivo sin grandes secuelas), de extravíos de objetos que no están en el lugar en el que yo misma los puse... Ahora sufro intentos de agresión de mi propio hogar, y él no da crédito. </div>
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Esto no es frecuente, dijo el técnico cuando entró en la cocina para reparar la puerta del frigorífico descolgada. Se vino abajo de golpe y de frente, que quizá fue una queja por abrirla con poca delicadeza. Acudió pronto, el profesional, aunque me dio tiempo a recoger el revuelto de huevos con cristales y otros aderezos que se me cocinó en el suelo. </div>
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Decidí no ponerme ese vestido ( ¿estaría mi casa en desacuerdo con la elección?), y lo devolví a la barra en su correspondiente percha. Una de las puertas del armario ropero, de esas que llevan un grueso cristal adosado, se abalanzó contra mí. Tanto la puerta como yo sobrevivimos al encontronazo, aunque ella necesitó arreglillos. Me pasó por encima, como haciendo una especie de declaración de fuerza, de superioridad, sin intención de lastimarme de verdad. ¿Otro reproche?</div>
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Esta mañana he abierto el lavavajillas para vaciarlo. Inmediatamente, la bandeja inferior se ha deslizado hacia fuera, con decisión, para escupir acto seguido su contenido sobre el suelo, todos los platos, fuentes y cubiertos que sostenía. Como un estornudo, atchús, y TODO fuera. Los daños han sido de escasa importancia, cinco platos, los cinco de una fea vajilla que nos "regaló" una sucursal bancaria hace tiempo, que es a la que menos aprecio tengo. Lo demás intacto. O sea, ¿era otro aviso?¿ Qué me está tratando de decir mi casa? </div>
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Entonces recuerdo que acabo de terminar un libro en el que mueren los cazadores de un pueblo. La prota, defensora fanática del medio ambiente, sugiere a los vecinos que es la naturaleza la que se está vengando de ellos, la que los mata, utilizando a los animales. Por ejemplo, corzos. Corzos vengativos. En mi caso es mi propio hogar el que debe estar molesto por algo. Lo mantengo calentito, razonablemente limpio, ventilado. Debo revisar mis hábitos, algo se me debe escapar y espero dar pronto con ello. Por mi hijo, que me mira con condescendencia. Por mí, pues diría que la lavadora, con su ojo de cíclope, ya me está mirando mal. </div>
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<br /><br /><br /><iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/uEzJOm2Tx7s/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/uEzJOm2Tx7s?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
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Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-50270013750174412342018-11-28T18:49:00.000+01:002018-11-28T18:49:15.163+01:00(OTRAS) TERAPIAS ALTERNATIVAS <br />
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Esta mañana me han pedido una crema para piel utópica. Mi primer pensamiento ha sido decirle que la dejara estar, vaya suerte, que me parecía un regalo tener algo utópico, aunque sea la piel, en estos tiempos que corren, pero me he dejado llevar por la parte práctica y comercial y se ha llevado el ungüento en cuestión. Hace un par de semanas me pidieron un inhibidor de las lágrimas. No quería un ansiolítico, ni un antidepresivo, sino algo que evitara que las lágrimas brotaran, inoportunas, chivatas, en los momentos de presión extrema en el trabajo. Las lágrimas, sin freno, se lanzaban a exponer su escaso control de la situación al menos un par de veces por jornada laboral. Pensé recomendarle un abrazo amigo, pero tampoco es algo que uno se saque del bolsillo en cualquier momento, y una pildorita sí...si existiera. Aunque hoy he pensado que, si hubiera tenido a mano al de la piel utópica, habría podido invitarles a un (casto) acercamiento, y uno se habría beneficiado de la utopía de un futuro mejor, y el otro del abrazo amigo. Pero no se conocen, esa piel y esas lágrimas. Esas cosas tontas se me ocurren.</div>
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Y resulta que esta tarde me ha llegado información sobre las propiedades sanadoras de abrazar árboles y me he acordado de mi idea del abrazo amigo. Todo está inventado, hasta lo más tonto. Parece ser que, con fe, los resultados son extraordinarios. El olmo podría ser el inhibidor de lágrimas que buscábamos, porque calma la mente inquieta y, además, como premio, te fortalece el estómago en el mismo acto de abrazar. El sauce parece ser el remedio infalible para reducir la tensión arterial, así que los jubilados ya están perdiendo el tiempo si no buscan un rincón en cualquier patio/terraza que tengan disponible para plantar un buen olmo y supongo, según resultados, ir regulando la frecuencia y la intensidad del achuchón hasta normalizar valores. Es más, fortalece la vejiga y el sistema urinario, y eso a partir de cierta edad es algo a tener en cuenta en el sexo masculino: próstata y tensión en un mismo tratamiento, no tiene precio. Los abetos, si los abrazas, te curan las fracturas más que rápido, efecto escayola plus, así que, si te tienes que romper algo, intenta cuadrarlo cerca de Navidad, para tener a mano más troncos que estrujar, hacer horas extras y acortar la convalecencia. Pinos no valen, aunque si tu árbol de Navidad es de esta especie, abrázalo con ganas e insistencia porque te alargará la vida y tendrás más navidades disponibles para seguir abrazando árboles, según edad y achaques. Excepto cactus y chumberas, habría que estrecharlo todo entre los brazos, por si acaso.<br />
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Yo, incluso así, puestos a elegir entre terapias tontas, abrazaría antes a alguien con la piel utópica. Suena inútil, pero esperanzador.</div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-42992050172754121962018-11-20T18:17:00.000+01:002018-11-20T18:17:46.090+01:00<br />
<br />Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-87997391133085452932018-11-09T17:51:00.002+01:002018-11-09T17:52:16.681+01:00<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES" style="font-size: 12.0pt; line-height: 200%; mso-ansi-language: ES;"><u>LARGO RECORRIDO</u><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES" style="font-size: 12.0pt; line-height: 200%; mso-ansi-language: ES;">Desde días antes elaborabas calaveritas de azúcar y preparabas coloridos
altares para ellos, tus ausentes difuntos. Sin grandes gastos, claro, un
despilfarro absurdo. Para quitar dramatismo a la situación y ayudarte a
distraer el dolor de la distancia,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>ponía
motes a las nuevas incorporaciones del año y les daba la bienvenida a su nuevo
estado incorpóreo mientras tú llorabas en silencio. La nostalgia supongo. Comprábamos
algunas flores, pocas en tu opinión. Para las plantas de los parques no era
buena época: demasiado vigiladas. Encendíamos velas aromáticas, no mucho rato, me
producían malestar, picor de ojos y una fastidiosa rinorrea.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES" style="font-size: 12.0pt; line-height: 200%; mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Nuestra celebración de Todos los
Santos te parecía triste y gris. Añoraste siempre México, pero mucho más un día
como hoy. Todos mis muertos están allí, decías. Admito que me reía de lo
absurdo de tu afirmación, e intentaba animarte con mis bromas sobre la supuesta
facilidad de los espíritus para moverse de un país a otro, ligeros y sin pasar
por caja. Que vengan ellos, que vuelan gratis. Ya iremos otro año. Con
frecuencia, mascullabas entre dientes algo que no entendía y que no compartías
conmigo, ¿alguna invocación?, te preguntaba,
aprovechando para hacer una más de mis<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>chanzas
sobre vuestros primitivos ritos; soy así, incorregible. Ni puta gracia, te oí
decir un día, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>imagino que superada por
el peso de la emoción. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Colocabas suculentas
fuentes con sus frutas y sus comidas favoritas, que yo picoteaba a ratos, ya
sabes que no soporto dejar que la comida se eche a perder. Me hablabas poco
últimamente, creo que era el habitual desgaste de la convivencia en una pareja como
la nuestra, atípica, pero bien acoplada, ya con un largo recorrido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES" style="font-size: 12.0pt; line-height: 200%; mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Si estuvieras aquí te diría que sí, que
tenías razón, que los difuntos quedan atrapados en el lugar al que pertenecen.
Ve a buscarme si puedes, este año volarás gratis, fueron tus últimas palabras.
Algo más dijiste de un capullo, aunque quizá entendí mal, porque no dejaste ni
una flor, ni una vela, ni un pequeño altar, ni siquiera un triste pastelito.<o:p></o:p></span></div>
<br />Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-45194800348638679262018-09-25T16:20:00.000+02:002018-09-25T16:20:16.215+02:00BUSCANDO A MEMOs<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_jIWrcHF-NvivuT1J13Pqik9Tjh7hNK2jkCtSlzkIMOKScpCbX26rKKtRT7o-EEFezaYeTyMXXtNXk5zkumRsOKGYe1dmqAHLVlzrpRDjEfWdKDadLzlIPMJgoVn1OAatCf7eqEjhpTWL/s1600/NEMO.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_jIWrcHF-NvivuT1J13Pqik9Tjh7hNK2jkCtSlzkIMOKScpCbX26rKKtRT7o-EEFezaYeTyMXXtNXk5zkumRsOKGYe1dmqAHLVlzrpRDjEfWdKDadLzlIPMJgoVn1OAatCf7eqEjhpTWL/s1600/NEMO.png" /></a></div>
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Lo de cumplir años está lleno de efectos colaterales. De los indeseados mejor ni hablar. Otros hay que te van facilitando un poco la vida, no tanto por hacerte más sabio, sino más práctico, más selectivo. </div>
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Me gusta rodearme de gente inteligente, de los que saben y comparten su saber, o su ingenio, o sus experiencias de vida, de forma generosa y oportuna, en dosis adecuadas para que tú les sigas sin perderte. Estos amigos doctos en lo suyo suelen tener sus zonas oscuras, terrenos en los que pisan más inseguros, en los que se adentran con miedo y admiten con buen humor su desconocimiento. Son divertidos o patosos, según el momento, y utilizan un variado abanico de emociones. Me atrae la gente que se sabe imperfecta, que asume sus debilidades sin pudor pero con ganas de dejarse enseñar, que sabe escuchar a otros, que disfruta de los extremos, de una conversación profunda y de una trivial y frívola, de una visita a un museo, de la lectura de un libro o de una tarde de rebajas, que tienen sus días grises pero que otros días son ellos quienes te sacan a ti del pozo.</div>
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Yo con los listos ya no puedo, los que saben de todo, esos que te dan lecciones y te miran con condescendencia cuando tú, tan tonto, no estás a su nivel, ya sea para reemplazar un enchufe, entender un enlace covalente, o leer a Goethe en su alemán de origen, pues ya se sabe que traducido pierde mucho. Los que hablan con desprecio de la gente débil, de los "fracasados" que no han conseguido triunfar como ellos, de los que opinan de todo y nos adoctrinan a los demás con toda su sabiduría. Que nos miran por encima del hombro o de sus gafas por no pensar adecuadamente y llegar a sus mismas conclusiones, que aparentan ser rocas marmóreas sin fisuras y no admiten jamás una equivocación ni un descuido, que buscan siempre culpar a otros, que tratan de ocultar su pobreza emocional con ironías y sarcasmos sobre aquellos que se atreven a cuestionar su proceder, tratando de humillar, sembrar cizaña y mala hierba de forma barata, cobarde y ofensiva. Ellos, por definición, nunca comenten errores, pero tampoco se justifican si les pones en duda, si tratas de debatir sobre su comportamiento, disfrazando su falta de criterios y de argumentos con ataques y burlas, desde ese pedestal en el que solo ellos se ven, lanzando mentiras desde su actitud de sobrados, ya les preguntes sobre un desvío sospechoso de dinero público, por los motivos para meternos en una guerra o en cualquier jardín peligroso o por sus razones para gestionar una colectividad de forma soberbia y prepotente. Están en todas partes. Basan sus relaciones en la desconfianza y en dar por sentado que todos tenemos un interés en sacar tajada, de beneficiarnos de alguna manera en todas nuestras actuaciones. Ya se sabe, cree el ladrón... </div>
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Con la edad, he comprendido que soy mucho más feliz cuando me rodeo de gente rica en emociones, generosa, que sabe ver lo bueno que hay en mí mejor que yo misma, y que, de entrada, presupone siempre buenas intenciones hasta que se demuestre lo contrario. Gente empática siempre, brillante muchas veces, otras un poco torpe, insegura, y en contadas ocasiones, algo perdida, ignorante,boba, adorablemente mema.</div>
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Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-73836388876947527662018-03-12T20:44:00.000+01:002018-03-12T20:44:30.130+01:00 COMO UNO DE LOS NUESTROS<div style="text-align: justify;">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwNb_7QE-TaoJ5wZ5k6aKf8n1G7y21SAflj6z2GcnKpKkEDDj-e7Qbk6BoDuL4ZFuoDhLjteGXpWV9y44Yq8qdCV3Kam7aqqQrxvVeQqLzZoqMu7BLaBQrRbb8EioCa6asWQofPeKs6W5E/s1600/imagesYL09O0R6.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="225" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwNb_7QE-TaoJ5wZ5k6aKf8n1G7y21SAflj6z2GcnKpKkEDDj-e7Qbk6BoDuL4ZFuoDhLjteGXpWV9y44Yq8qdCV3Kam7aqqQrxvVeQqLzZoqMu7BLaBQrRbb8EioCa6asWQofPeKs6W5E/s200/imagesYL09O0R6.jpg" width="200" /></a></div>
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A veces cuesta ser buena persona. Somos mayoría los que lo intentamos, los que buscamos este estado como lugar donde quedarnos, pero no siempre es fácil. Ser generoso, paciente, poner los intereses de otros por delante de los tuyos, olvidar agravios, perdonar ofensas, no sentir envidia de ese al que le llega algo que tú creías merecer más, ser capaz de emocionarte con los triunfos de los demás cuando los tuyos se resisten, obligarte a no ser mezquino o, al menos, a no dejar espacio a esos sentimientos con vocación de okupas que a veces parecen empeñarse en echar raíces. Cuesta reconocerte a veces en ese ser gris con tendencia a buscar un agujero para rumiar sus desdichas, y luchas por poner una sonrisa y salir al mundo para formar parte de él, para seguir en él. Casi siempre lo consigues. Te sientes a veces un pequeño fraude por ocultar a los demás esa parte oscura de la que no estás orgulloso, esos rencores feos que te asaltan traidores contra gente que no lo merece y a la que de verdad quieres. Si supieran ellos, piensas. Pero evitas regar esas malas hierbas, y viven poco en tu jardín. Sé que somos mayoría los que lo intentamos.</div>
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Pero hay quien las deja echar raíces, desde el principio o desde quién sabe qué momento. No están locos. Alimentan esos rencores y los abonan con numerosas justificaciones y motivos. Yo, yo, yo. Saben esconderlos, disimularlos, aunque son sucios y malolientes, y los guardan en la trastienda, o en la cara B, siempre menos vendible, menos comercial, o en sus sótanos, o en las costuras, tras las puntadas minúsculas que impiden que se vea el material real del que están hechos. Así, ataviados como nosotros, ponen su mejor perfil y parecen de los nuestros. Cuando la inmundicia crece tanto que amenaza con salir y poner en evidencia esa podredumbre interior, buscan hacer daño, cargados de razones, de sus razones, causan dolor como bálsamo para sus heridas infectas, abren la espita para rebajar la presión y liberan el resentimiento y la maldad auténtica. En silencio, en solitario, a escondidas. Y actúan. Con los más débiles, con los más indefensos, con los más desprotegidos. Luego, siguen viviendo entre nosotros con su cara de domingo, de día de fiesta, ocultando, por ejemplo, que su alma de lunes decidió matar a ese niño y tirarlo a un pozo, hija de puta, y después, durante horas, días, semanas, siguen besando, abrazando, acariciando, ya ligeros de equipaje, sin presión, vestidos como uno de los nuestros.</div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-35647453130188860192017-11-29T13:55:00.000+01:002017-11-29T13:55:03.124+01:00#YOTAMBIÉNMECOMPROMETO# (DECÁLOGO PARA MADRES Y PADRES DE VARONES)<div style="text-align: justify;">
Siempre quise tener chicos. Es más, durante los primeros años de mi adolescencia, repetía con insistencia cuánto me hubiera gustado ser un tío. Todo me parecía más fácil para ellos, una sociedad dibujada a su medida y que a veces me resultaba incómoda, como una prenda apretada. Creo de verdad que la responsabilidad de que las cosas cambien de una vez y para siempre recae en todos, que transformando nuestros pequeños mundos domésticos podremos dibujar de verdad una colectividad más justa, más equitativa. Y creo también que quizá las familias que educamos varones tenemos un poquito más de tarea que las que educan niñas. </div>
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Visto para sentencia el famoso caso de "La Manada", encontramos en el banquillo a cinco hombres ya adultos, educados en cinco familias distintas, con cinco vidas y trayectorias diferentes y me resulta muy difícil comprender esta barbaridad colectiva, cómo es posible que, entre las risas, el entusiasmo, la grabación de vídeos con comentarios para presumir ante los colegas, ninguno tuviera un breve momento de lucidez para preguntarse qué c.... estamos haciendo. Qué es esto. Es casi una niña. Ha bebido. Hemos bebido. Somos cinco, mayores, más grandes. Es nuestra fiesta, no la suya. Es humillante. Es rastrero. Damos asco. Igual me da si resulta que ella se dejó llevar sin saber muy bien en qué charco se estaba metiendo o si decidió seguir el juego para que terminara cuanto antes. Me resulta imposible aceptar que sabía lo que le esperaba. Imposible para mí admitir que fuera sexo consentido y compartido en tales circunstancias. Imposible defender que, tras semejante festín lúdico (supuestamente para los seis), ellos, tan colegas, tan satisfechos, se largaran dejándola sola, medio desnuda y sin saber seguramente de que lado vino el ciclón que se la había llevado por delante. Eso sí, ahí te quedas, maja, ya te hemos utilizado para lo que queríamos, vamos a ser la envidia del grupo, los machos alfa de la manada, eres la prota de la peli, algo difícil de superar. Lo malo es que al final no la invitaron a una cerveza a la chavala, dice uno, y se sentiría mal. Acabáramos, tan simple como eso: faltó la palmadita en la espalda. No hay más que leer los mensajes que intercambiaban entre ellos. Que puede que sean imbéciles, dice su abogado. Y primarios, y patanes. Puede. Pero son buenos hijos, dijo el letrado, causando la emoción de sus defendidos. Ante esto, no puedo evitar pensar en sus familias, en sus madres y padres, si podrán aceptar y hasta defender de alguna manera lo que pasó, o si se sentirán avergonzados y fracasados en su papel de educadores. </div>
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Me gustaría decir que yo me siento obligada, por la sociedad en general y por las mujeres del futuro en particular, a educar a mis hijos de otra manera. Para que no confundan las cosas. Para que no sean patanes, ni mucho menos delincuentes, ni nadie pueda sufrir por su imbecilidad ni por su incapacidad para ponerse en el lugar del otro, para tratar de modelar seres humanos mejores, para que las chicas no se sientan amenazadas con su presencia. Es importante decirlo, es vital intentarlo, comprometernos al menos... </div>
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1. A educarlos para que no rían, ni jaleen, ni animen, ni reproduzcan, ni repitan chistes ni comentarios machistas o vejatorios hacia las mujeres, con el fin de no perpetuar comportamientos que acaban justificando situaciones de agresión, física, verbal o psicológica.</div>
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2. A enseñarles a asumir su libertad para expresar todo el rango de emociones del que disponemos: decisión, sensibilidad, vulnerabilidad, amor, decepción... y por encima de todo la empatía.</div>
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3. A animarles a tener la valentía de reivindicar públicamente su derecho a sentir todo lo anterior, a compartirlo con quien quieran, aun a riesgo de sentirse fuera del grupo. En todo caso, mejor alejarse de las manadas. </div>
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4. A empujarlos a defender fuera de casa un modelo de sociedad justo, a no tolerar discriminaciones ni abusos, a animar a denunciar a quien las sufra, y a ponerse de su lado.</div>
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5. A tratar de ser yo misma, nosotros, un ejemplo en casa, de familia que se apoya, que colabora, a intentar un reparto de tareas igualitario y a dejar los roles establecidos fuera, al otro lado de la puerta de entrada.</div>
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6. A mostrarles ejemplos de personas válidas de ambos sexos, en todos los campos, haciendo hincapié en figuras, famosas o no, cercanas o no, que hayan roto estereotipos para dedicarse a actividades no hace muchos años vetadas para personas de su sexo.</div>
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7. A comentar en casa cualquier suceso o hecho como éste, a animarles a posicionarse, a entender por sí mismos, a sacar conclusiones.</div>
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8. A no tolerar comentarios vejatorios centrados en el aspecto físico de una mujer. A que intenten ir más allá de la imagen que proyectan. </div>
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9. A que respeten la opción sexual de cada una, sea la que sea. Sin bromas, sin etiquetas, con naturalidad y brindando su apoyo si alguien lo necesita. </div>
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10. A que utilicen los nueve puntos anteriores para intentar ser felices y para tratar de cambiar su zona de influencia. </div>
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#Yotambiénmecomprometo#</div>
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Y espabilad, chicos: ellas, todo esto, lo aprenden mucho antes que vosotros. </div>
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Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-55051051786124537942017-10-29T11:10:00.000+01:002017-10-29T11:10:37.961+01:00EN CASA DE LOS OTROS<div style="text-align: justify;">
#MeToo# dice el hashtag que ha circulado por todo el mundo. Esta vez, se trata de una forma de acoso de las más clásicas y rastreras: hombre en posesión de poder en su ámbito profesional, que se puede permitir (y lo hace) intimidar, presionar, humillar, amenazar... para conseguir su trofeíto sexual, una muesca más en su culata, y para ello apuntan y disparan sobre mujeres jóvenes, en ocasiones escandalosamente jóvenes, todas ellas en ese punto de su vida en el que con una denuncia tienen mucho que perder y poco o nada que ganar, salvo quizá una etiqueta de problemática o difícil, el dudoso honor de ser recordada para siempre como "X, la mujer que denunció a Z", y la sospecha eterna de haberlo hecho para conseguir fama a su costa. Ellos, en su posición privilegiada, ni siquiera se pararán a pensar en lo delictivo de su comportamiento.Total, por presionar un poco, aprovecharme de su confianza...tretas de depredador veterano. Bien se cuidan de no actuar nunca frente a iguales, de protegerse el culo, de no enfrentarse a mujeres con una posición lo suficientemente asentada como para poder conseguir apoyos y credibilidad con la misma facilidad que ellos. </div>
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Muchas de las que han denunciado en este último caso, el del productor H. Weinstein, de las que han contado su miserable comportamiento, han narrado cómo y de qué manera se zafaron de sus asquerosos manejos. Pero es muy probable que otras, que por miedo, debilidad o inmadurez aceptaron pasar por el aro, sean todavía incapaces de verbalizar lo que ocurrió por sentirse culpables de haber cedido ante las presiones de semejante elemento. Ellos lo suelen llamar relaciones adultas consentidas. Si me pongo en su lugar e imagino una experiencia así recién salida del cascarón familiar, a lo mejor a estas alturas del cuento preferiría olvidar e intentar vivir como si no hubiera ocurrido antes que hacer público y notorio que yo también estuve allí. </div>
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Es indignante, censurable, denunciable... pero lo que más me preocupa una vez más no es el hecho de que aparezca una manzana podrida en el cesto, es más bien esa cantidad de gente supuestamente empática y respetable que hizo la vista gorda, por amistad, por interés, por dejadez y, sin ningún tipo de escrúpulos, tapó, ocultó, negó, convenció e hizo bromas sobre las debilidades de la fiera. Gente no tan desamparada, no tan indefensa, actores famosos que viven con mujeres, que tienen hijas, que tienen madres. "H. es así", se dirían unos a otros conscientes del defectillo de su amigo, de esa incorregible afición, con una sonrisa de complicidad, de condescendencia. Ya se sabe, a los amigos se los acepta como son, con sus virtudes y sus defectos, con sus millones y sus perversiones. Mejor mirar para otro lado. Y eso de la rectitud, la ética, la integridad moral...mejor lo dejamos para otro día. O para otra casa.</div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-78480156287974600732017-10-05T09:44:00.000+02:002017-10-05T09:44:15.704+02:00DE LA VOZ DORMIDA<div style="text-align: justify;">
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Hay quien escribe todos los días, como parte de su actividad cotidiana. A lo mejor por la necesidad de explicarse el mundo, o de explicarse a sí mismo, o de llevar al papel todo aquello que su imaginación le regala.<br />
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Qué sé yo porqué lo hago, porqué lo hacía, pero me ocurre que tras algunas etapas de escritura diaria, de facilidad para la fabulación, de ganas de contar y de contarme, un día de repente se apaga mi voz. Ha ocurrido más veces, durante meses, o durante años. Quizá es que tenga alrededor cosas que hacen más ruido, tanto que inunda todo mi mundo y me impide hablar. Quizá sea una actividad de mis tiempos de paz y ahora me siento un poco en pie de guerra. Quizá para volver por aquí, para recuperar mis palabras y ser capaz de manejarlas a mi antojo, necesite desconectarme de otros discursos ahora muy presentes a mi alrededor, que acaparan letras y juegan con ellas para agruparlas de manera desesperanzadora y intimidante. Puede que ahora, con la sensación de haber perdido el suelo firme bajo mis pies, me cueste encontrar el antídoto para esta afonía persistente. O que tema ser escuchada más aún que ser olvidada.<br />
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Y no es por falta de música: en estas semanas han pasado por mi vida libros extraordinarios, sucesos importantes, pequeñas alegrías, nuevos amigos y lugares, alguna despedida imprevista... pero hay un zumbido de fondo, un ronroneo continuo y molesto que me impide disfrutar de otras melodías, aunque sean tristes, algo que solo escucho yo y cuya voz tendré que acallar para volver a alzar la mía. Cuestión de tiempo. </div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-38534118099016842972017-07-29T11:39:00.000+02:002017-07-29T11:39:56.850+02:00DE LA GENTE PERFECTA<div style="text-align: justify;">
Hace unos días leí que, al cumplir la mayoría de edad, una famosísima "hija de" había recibido como regalo de cumpleaños envenenado una numerosa cantidad de mensajes, no precisamente de felicitación. No quiero repetir los pocos que recuerdo, pero, si me imagino a mí misma con dieciocho años, solo con un puñadito de ellos mi yo adolescente hubiera sufrido un daño difícil de reparar. Qué digo a su edad: hoy en día, mi frágil autoestima, por suerte bastante bien apuntalada por el amor y la confianza de los que me rodean, se derrumbaría sin remedio si tuviera que leer unos pocos mensajes destacando, sin conocerme, lo feísima que les parezco y la suerte que tenían hasta entonces de no haberme visto la cara. </div>
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Por lo que deduzco, hay bastante más gente de la que imagino que, dotados por la naturaleza de un sinfín de virtudes entre las que destacaría inteligencia, belleza, educación y sabiduría suprema en todo tipo de artes y ciencias, no pueden rebajarse a hacer un sencillo ejercicio de empatía como ponerse en el lugar del otro, porque nunca han estado en la otra orilla. Deben haber vivido siempre en el lado de los privilegiados, los que no conocen el dolor de sentirse inseguros o acomplejados, instalados en el sector de los siempre admirados, sin fisuras, esos que pueden mirar por encima del hombro a los demás, porque se saben siempre en un escalón superior, elegidos para labores más elevadas. Son de los que convierten en estilismo a la última cualquier trapillo que se pongan, de los ocurrentes que no tienen que reír las gracias a nadie porque siempre tienen la respuesta más ingeniosa en el momento justo. Supongo que no saben lo que es dudar de si estarás a la altura con tus opiniones, preguntarse si con esta ropa llamarás demasiado la atención o pasarás lo suficientemente desapercibido, querer ser más alto o más delgado o con la nariz más pequeña. Son perfectos. Solo así se explica que sean capaces de disparar palabras y tirar a matar sin que les tiemble el pulso.</div>
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Pensándolo bien, yo tampoco me relaciono con gente fea, a no ser que no tenga más remedio. No los elijo para entrar en mi vida, porque también prefiero a la gente bonita. Tengo y he tenido amigos, familia, vecinos, compañeros a los que he ido incorporando al mundo de mis afectos por su belleza, lo confieso. Entre ellos cuento con gente gorda y delgada, calva y con maravillosas melenas, con las orejas de soplillo o pequeñitas, la nariz aguileña o respingona, los ojos oscuros o de un azul transparente, las piernas cortas o larguísimas, poca barbilla, cara de ángel, rodillas huesudas. Los hay seguros de sí mismos, atrevidos y los tengo tímidos, de esos que a veces se encogen y se esfuerzan por desaparecer. Son guapos e imperfectos y es muy probable que, a poco que rasque, descubra que todos ellos tienen alguna inseguridad, un flanco débil o algún complejo que luchen por superar o aceptar.<br />
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De los feos, de los que se burlan de los demás, acosan, ridiculizan, se mofan y hacen alarde de ello en los bares, o en las redes sociales, nunca he querido saber nada. No son de mi barrio, de mi orilla , de mi bando. No los entiendo, no hablo su idioma y ellos nunca se esforzarán por hablar el mío.</div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-33488832447691355122017-07-18T19:40:00.001+02:002017-07-18T19:40:32.914+02:00DE LOS FALSOS RECUERDOS<div style="text-align: justify;">
En uno de los primeros capítulos del libro que estoy leyendo, la autora reflexiona ( y avisa) sobre lo engañosos que pueden ser los recuerdos. Nos advierte de que, aunque su intención es escribir unas memorias fieles a la verdad sobre sus primeros años, no siempre coincide lo que ella vivió con lo que sus hermanos, compañeros inseparables en esa época, están seguros de haber vivido. Y sin embargo, en ninguno de ellos hay voluntad de falsear la realidad.<br />
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Es tramposa, la memoria. Nos coloca a veces en primera fila de situaciones que no hemos podido vivir, en lugares a los que nadie recuerda habernos llevado, con gente cuya presencia era imposible por razón temporal o geográfica. Pero nuestro cerebro reproduce imágenes de esos momentos con la misma claridad con la que creemos recordar otros hechos más recientes.<br />
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Yo recuerdo nítidamente haber ido al cine en una determinada fecha y con una compañía concreta, en Madrid, a ver una película ...dos años antes de que llegara a España. El largometraje en cuestión se estrenó a finales del 82, y yo lo vi, estoy segura, en la primavera del 80. Me veo en el cine, sé exactamente con quién iba, la edad que tenía y hasta creo recordar la ropa que llevaba puesta, tal es la precisión con la que evoco un falso recuerdo. Es probable que mezcle dos días: ese en el que vi otra película que no me dejó huella ninguna, y el otro, en el que por fin me llevaron al cine a conocer a un famoso extraterrestre. No sé, supongo que mi mente ha rellenado el hueco vacío (la peli que vi ) y completado ese puzzle con una pieza valiosa de otro, es decir, ha borrado lo que no tenía brillo y ha reconstruido una escena para que permanezca para siempre como un día inolvidable.<br />
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De mi abuela materna guardo pocos recuerdos, pero conservo uno como una pequeña joya. Estoy en el pasillo de su casa, descalza y en pijama. Su habitación está al fondo a la derecha y su puerta está abierta. Ella y mi abuelo están incorporados en su cama, casi sentados, apoyados en almohadones blancos. Esta parte de mi recuerdo es un poco teatral, diría que está adornada, pues, si pongo empeño, casi puedo ver las puntillas de las almohadas rodeando la cabeza de mi abuela, enmarcando su pelo blanco tirando a violeta. Mi abuela me dice que me acerque, que voy a coger frío, y me mete en su cama, entre ellos dos, y allí, calentita, permanezco hasta que mi madre viene a buscarme para desayunar. Alguna vez he mencionado esa anécdota en casa, pero nadie la recuerda, lo cual no es raro: yo me sentí muy importante y protegida en ese momento, para los demás sería una mañana cualquiera. Lo que mi madre sí sabe con seguridad es que la casa de mi recuerdo no era la que tenían cuando yo era pequeña. Es más, cuando se mudaron a la casa del pasillo largo y el dormitorio al fondo a la derecha, mi abuela ya había fallecido. Debo haber solapado el recuerdo emocional con el decorado que más conozco, esa casa que he visitado durante muchos, muchos años.<br />
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Es curioso cómo nos enreda la memoria a veces, como una misma situación puede ser recordada de diferente manera por dos personas distintas, cómo el paso del tiempo, las sensaciones, la diferencia de edad, la información que involuntariamente incorporamos al recuerdo... puede transformar un hecho común en dos tan dispares, e tal manera que alguien puede que lo recuerde como divertido y otro como amenazador. Creo que esto no funciona así con determinados momentos traumáticos que, desgraciadamente, se nos tatúan impidiéndonos deshacernos de ellos o, al menos, disfrazarlos de algo más amable. Además, entiendo que la falsedad de la memoria se puede convertir en un problema cuando de determinado testimonio dependa una decisión importante. Pero, en general, la memoria está adiestrada de manera que trabaje como un filtro, un embellecedor, un antivirus, una empresa de limpieza, un maquillador, un filtro Clarendon, un photoshop, para que en la mayoría de los casos los recuerdos que permanecen para siempre sean más bonitos, más altos, más guapos y con mucho mejor color que la vida real<br />
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Me pregunto cuántos de mis mejores recuerdos son mentirosos. Cuántos atesoro para mí sola sin compartir con nadie, quizá con el miedo de que, al contrastarlos, pierdan su luz, su presencia excepcional, su lugar preferente, y tenga que pasarlos, a escondidas y por la puerta de atrás, al cajón de los recuerdos banales, para no volver a sacarlos nunca jamás.</div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-51897601665925350712017-06-27T08:09:00.000+02:002017-06-27T08:09:27.059+02:00TERCER VIAJE A MACONDO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnwKOuzYxKAQRX_CrfzQ3uSr5Gr2nYzXyvdzntvWK-_Ry5jNRrYl0D587b9B6ErKv4py8aZu5VK5WYlUHk25_EHHGoJRlXbyXUycjo1SCC1woGJiY0V8mCB3knFUs_x5P1OApXmKkiRpx1/s1600/loffit-cien-anos-de-soledad-01-300x300-1491975593.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="300" data-original-width="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnwKOuzYxKAQRX_CrfzQ3uSr5Gr2nYzXyvdzntvWK-_Ry5jNRrYl0D587b9B6ErKv4py8aZu5VK5WYlUHk25_EHHGoJRlXbyXUycjo1SCC1woGJiY0V8mCB3knFUs_x5P1OApXmKkiRpx1/s1600/loffit-cien-anos-de-soledad-01-300x300-1491975593.jpg" /></a></div>
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Hace un par de meses recibí como regalo esta preciosa edición ilustrada de uno de mis libros favoritos. Quizá hayan pasado unos treinta años desde la primera vez que viajé a Macondo, pero recuerdo muy bien la fascinación, el deslumbramiento, el entusiasmo con el que recorrí sus calles, o sus páginas. Sé que en algún momento volví encantada por segunda vez. Hoy acabo de terminar mi tercer viaje.</div>
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Publicada en 1967, esta obra aparece siempre en todas las listas: de las mejores del siglo XX, de lo más sobresaliente en la literatura hispanoamericana, de las más traducidas...Desde luego, está en mi lista de lo más de lo más: a mí me parece una obra redonda, concebida y escrita de forma magistral, por cómo empieza y cómo acaba, por sus personajes, tantos, tan singulares y únicos que merecerían un libro para ellos solos. </div>
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Esta aventura consiste en asistir como espectador al nacimiento y a la desaparición de un pueblo, Macondo, y de una familia, los Buendía. En observar cómo se levanta una casa familiar construida a la orilla de un río, cómo crece a la vez que lo hace la familia, un hogar que va ganando terreno a la selva, sumando habitaciones, abriendo puertas y ventanas al sol, al viento, a los viajeros. En contemplar cómo al mismo tiempo que el pueblo va perdiendo su esplendor, la gran casa y los pocos supervivientes de la dinastía van siendo abandonados, invadidos por la vegetación a la que una vez le ganaron la partida, por el olvido, la ruina, la oscuridad, hasta que llega el día en que la familia, la casa y el pueblo son arrasados por el viento y desterradas de la memoria de los hombres, tal y como vaticinaban los pergaminos.</div>
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El libro contiene una historia extraordinaria, llena de sucesos mágicos, increíbles y hasta inverosímiles contada con un tono de normalidad : una lluvia de flores, una ascensión a los cielos, nubes de mariposas, apariciones, presagios...</div>
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<i> "...Vieron a través de las ventanas que estaba cayendo una llovizna de minúsculas flores amarillas. cayeron toda la noche sobre el pueblo en una tormenta silenciosa , y cubrieron los techos y atascaron las puertas y sofocaron a los animales que durmieron a la intemperie. Tantas flores cayeron del cielo, que las calles amanecieron tapizadas de una colcha compacta y tuvieron que despejarlas con palas y rastrillos para que pudiera pasar el entierro."</i></div>
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Tiene dentro la vida entera: abundancia y derroche, carencia y hambre, la sequía más tenaz y un diluvio que dura casi cinco años, revoluciones y tratados de paz, una dinastía de siete generaciones en la que los nombres se repiten y también los amores prohibidos, y la soledad, y los acontecimientos, y las apariciones de los muertos. Hay algo cíclico y recurrente en cada nueva generación de Buendías, cosas que parecen acabadas, olvidadas y sin embargo comienzan de nuevo, despiertan en algún momento con algún nuevo Buendía, una especie de maldición del todo vuelve a empezar, representado en la ocupación final del coronel. que fabrica día tras día pececitos de oro, con infinita paciencia y minuciosidad, con el único objetivo de volver a fundirlos una vez terminados e iniciar otra vez su laboriosa tarea, en un ciclo sin fin en apariencia improductivo e inútil.</div>
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Hay mucho de magia y algo religioso, bíblico, en alguno de sus capítulos: las plagas de insomnio y olvido, la ascensión de Remedios la bella a los cielos, el Éxodo de José Arcadio y Úrsula hasta fundar Macondo, el largo diluvio...</div>
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Quién sabe, puede que algún día haga este viaje otra vez. Cuesta despedirse para siempre de Macondo, de tantos Aurelianos, Arcadios, Úrsulas, Amarantas. No tienen ya otro lugar en el mundo, sólo una vida eterna e inmortal sobre unas páginas de papel. Porque, aunque <i>las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra, </i>siempre la tendrán en la imaginación y el recuerdo. Una segunda, una tercera... y hasta puede que una cuarta.</div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-10939826618857917132017-06-11T09:53:00.000+02:002017-06-11T09:53:52.078+02:00DE HÉROES Y ESPERANZAS<div style="text-align: justify;">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtrQlz5NqGwDMoxdxazGwYxmCwToGdQEkntj96Oa0xGRL0t7J0Tt6_EsJhJjQu9SJLGjUTwCdWiRpunIU9KBvGIbFoOt8sYja1g2EuGbcRr87ahKOLCsDZQg2FOXQeP_1pXQohojb6-nHa/s1600/DByp0AFXgAA-cHT.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="671" height="297" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtrQlz5NqGwDMoxdxazGwYxmCwToGdQEkntj96Oa0xGRL0t7J0Tt6_EsJhJjQu9SJLGjUTwCdWiRpunIU9KBvGIbFoOt8sYja1g2EuGbcRr87ahKOLCsDZQg2FOXQeP_1pXQohojb6-nHa/s400/DByp0AFXgAA-cHT.jpg" width="400" /></a></div>
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Acabo de ver un video espantoso en un informativo. Antes de emitirlo, han anunciado aquello de que las imágenes podrían herir la sensibilidad del espectador. Y de qué manera. Una escena tan atroz que te hace plantearte qué basura de sociedad estamos perpetuando. Una mujer con aire despistado es brutalmente atropellada ante la pasividad absoluta de todos los allí presentes, de los peatones y de los conductores que la sortean, imagino que despotricando de lo molesto que es ese cuerpo inerte que les hace desviarse de su trayectoria. Ni un solo transeúnte se acercó, ni un solo conductor se bajó de vehículo, nadie tuvo el pálpito, la necesidad, el impulso natural de socorrerla, o se sintió al menos en la obligación cívica de comportarse con un mínimo de humanidad, como manda la razón, ya que no parece que tengan voz sus corazones, de buscar ayuda, de tenderle una mano, de parar el tráfico para evitar, como así ocurrió, un segundo atropello. Cómo vivirán con eso, cómo dormirán tranquilos después, cómo habrán contado a sus familias que estuvieron allí, en primera línea, convencidos de que no era cosa suya, detallando el momento como el que cuenta una película o una anécdota más: el golpe del primer coche, los minutos que estuvo tendida en el suelo sin recibir ayuda ni consuelo, cómo trató de incorporarse justo antes de ser rematada por un segundo vehículo. Qué pensará su familia de su actitud, de su indolencia, de su pasotismo, de su indignidad. ¿Se avergonzarán, se lo recriminarán?¿actuarán con fría naturalidad o con morbosa curiosidad?¿ se entusiasmarán de saberlo testigo de un suceso cuya grabación ha dado la vuelta el mundo?</div>
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Minutos después, escucho que acaba de aterrizar el avión que trae de vuelta a casa los restos mortales de un chico normal protagonista de un acto extraordinario, alguien que se lanzó a ayudar a una mujer a la que no conocía sin pensar en el riesgo, actuando según le dijo el corazón, sin dar opción a que hablaran ni la razón, ni la prudencia, ni el instinto de protección. Entonces pienso también en esta otra familia, la de Ignacio, a la que él ya no podrá contar lo que pasó, y me gustaría que supieran que, al menos a mí, su actitud y su valor me devuelven un poco la confianza en este mundo en construcción. Puede que la suma de muchas esperanzas como la mía consiga aliviarles un poco del inmenso dolor de su pérdida. </div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-85509134236361848162017-06-05T19:51:00.003+02:002017-06-05T19:51:29.889+02:00REGRESO A BERLÍN (Vera B. Carleton).<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFQHtXezvmthkR7m0FUS65Ooui1EmmLBSNJCIqHrzkbfuRYHRD2nNv1IauCmb4OnaAkoyVHBWRsfwyuGfwm_ON3LLWiD9s7FHbvXw3oH_18IXOIG5auQLPSNEiuSV5qk8fxfxP3OaoPOIO/s1600/images.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="130" data-original-width="85" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFQHtXezvmthkR7m0FUS65Ooui1EmmLBSNJCIqHrzkbfuRYHRD2nNv1IauCmb4OnaAkoyVHBWRsfwyuGfwm_ON3LLWiD9s7FHbvXw3oH_18IXOIG5auQLPSNEiuSV5qk8fxfxP3OaoPOIO/s200/images.jpg" width="130" /></a></div>
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La idea de este libro nace en un viaje de la escritora a la Alemania de los años cincuenta. Vera B. visita este país acompañando a una amiga fotógrafa que vivía es EEUU desde que se exilió de Berlín en los años treinta, en la época en la que Hitler era ya una amenaza real. Creo que es fácil adjudicar a su amiga gran parte de las sensaciones y miedos que durante el relato forman parte de la personalidad de uno de los personajes protagonistas, y a ella, probablemente, como testigo directo de ese reencuentro, las impresiones que transmite la narradora.</div>
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Una periodista norteamericana conoce durante un viaje en barco a una pareja inglesa: ella, Nora, parece siempre preocupada por él, Eric, un hombre con apariencia de atormentado, emocionalmente inestable y un poco misterioso. Una conversación con un hombre de negocios alemán un tanto cargante provoca una reacción imprevista en Eric, y a partir de ese momento, comienza a tener sentido su amargura, a explicarse su presente a través de la reconstrucción de su pasado .</div>
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Eric no es inglés nativo, es un alemán que escapó de Berlín huyendo de la amenaza nazi. Desde que se marchó, no quiso volver a pisar su país y apenas supo nada de su familia, ni siquiera si quedaba algún pariente vivo residiendo en Alemania, ya que muchos marcharon a Israel, a Francia, a Inglaterra. Durante estos años, puso todo su empeño en borrar todo rastro de su pasado y nunca hizo nada por investigar qué había sido de ellos. Guarda también una nada despreciable lista de rencores y reproches hacia casi todos, la gente que un día estuvo muy cerca de él, y que, de una u otra manera, él siente que le fallaron. Desde el momento en que Eric descubre ante todos su origen, comienza a obsesionarse con sus recuerdos y su identidad.</div>
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Aunque Eric había jurado que nunca volvería a Alemania, la periodista propone a la pareja pasar unos días en Berlín, visitar la ciudad y, quizás, intentar buscar a parte de su familia. Èl, para sorpresa de ellas, acepta. El regreso a Berlín le produce una conmoción: reconoce su ciudad en esos barrios en parte aún en ruinas y en parte renovados, pero de una manera que sobrecoge: hace una estremecedora comparación entre sus sensaciones durante los paseos por la ciudad y las que podría tener en la morgue, tratando de reconocer a una madre muerta y mutilada. Al igual que va descubriendo las calles y los edificios de su infancia en pequeños detalles que aparecen entre la desolación de los barrios demolidos, tendría que recurrir a pequeñas pistas (un anillo, trozos de un vestido, mechones de pelo), para poder asegurar que ese amasijo destrozado es esa madre a la que adoraba. </div>
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A partir de ahí, comienza el viaje emocional: el regreso a casa, el reencuentro con familiares y amigos y la terrible aceptación de que su verdad no es única y además no es del todo inocente. Que sus recuerdos son a veces mentirosos, sesgados e incompletos. Que juzgó y condenó sin opción a una defensa, Que causó un dolor inmenso en gente que lo quería y que incluso arriesgaron su vida para facilitar su huida. Que se borró del pasado de los demás, prescindió de ellos sin echar la vista atrás, y en el camino dejó víctimas, hasta el punto de que su fuga imprevisible tuvo la terrible consecuencia de dejar a un amigo indefenso frente a la Gestapo, un amigo que pagó su error en un campo de concentración. Me parece muy interesante esta reflexión, la realidad de que todos vivimos fieles a nuestras certezas, que durante años o a veces durante toda nuestra vida, conservamos heridas, quejas, que con el paso del tiempo se convierten en verdades inmutables sin que en ocasiones lleguemos a saber la otra cara, el otro punto de vista, muchas veces muy poco condescendiente con nuestros errores y desmemorias.<br />
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Es importante además la reflexión sobre lo que supuso el renacer de Alemania tras la guerra, ese miedo al "espíritu alemán", ese poso que quedó en los nazis de corazón, aquellos que, ni siquiera pasados tantos años lamentaban la guerra, solo el hecho de haberla perdido, que aún vivían esperanzados en ese resurgir, sin haber llegado nunca a sentir arrepentimiento por lo que ocurrió, que se creían superiores y seguros de que el futuro les devolvería al lugar preferente que les correspondía. Comprender que la gente de bien, las víctimas de los nazis, convivían con una enorme cantidad de habitantes que rechazaba haber tenido su parte de responsabilidad, ya sea como colaboradores entregados o simplemente con su pasividad y su mirar para otro lado. Compatriotas que defendían fríamente no haber sido conscientes de lo que pasaba, aunque el horror viviera a pocos kilómetros de su apacible hogar, en un campo de concentración instalado detrás del bosque que veían desde su ventana.<br />
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La imagen de una mujer reconociendo a su verdugo en el autobús, viviendo feliz y legitimado, sin miedo a nada, me parece muy representativa de la difícil realidad que debieron vivir las víctimas en esos supuestos años de paz y reconstrucción. Algunos pronazis ocuparon otra vez su lugar en la sociedad, enterrando su culpa sobre capas de justificaciones como la lealtad a la patria, la obligación de obedecer a un superior, el desconocimiento de la realidad, o el aparente convencimiento de que no podrían haber hecho otra cosa para sobrevivir. Otros, las víctimas que volvieron del infierno, nunca más volvieron a dormir tranquilos,<br />
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Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-54388400661989937882017-05-26T19:57:00.000+02:002017-05-26T19:58:37.375+02:00BAJANDO DEL GUINDO<div style="text-align: left;">
<span style="text-align: justify;"> Hace unas semanas leí un artículo escrito claramente con intención de provocar. Tan obvio era que, para abrir boca, disparaba toda una declaración de intenciones: los demás machos presentes aquella noche no han tenido arrestos, así que aquí estoy yo, que tengo ya las espaldas anchas y puedo con todo lo que me llueva encima. A continuación relataba, con cierta gracia y oficio, una reunión de amigos, una cena en un conocido restaurante, real, fabulada o mitad y mitad, y describía los derroteros testosterónicos que tomó la conversación sobre una conocida actriz pelirroja de pechos grandes que se les apareció en carne mortal. Cuando lo leí, me parecieron tan evidentes sus intenciones, tan visibles sus costuras, que no me sentí ofendida. Después de todo, me resulta fácil imaginar a un grupo de varones hablando así de un mujerón que hace su entrada triunfal en un lugar. Es más, puedo visualizar también a un grupo de hembras hablando en términos no muy distintos al ver aparecer ante sus ojos a un tío cañón. Incluso, si voy más lejos, puedo visualizarme a mí misma perdiendo los papeles en (casi) todos los sentidos si, un suponer, apareciera ante mis ojos un Viggo Mortensen o un Brad Pitt cualquiera. Lo que pasa es que así contado, tejido de forma precisa para soliviantar ánimos y herir sensibilidades, me pareció torpe e innecesario. </span></div>
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La última polémica en este tema ha sido debida a las declaraciones un tanto patosas de una famosa actriz. Estas me escuecen más, por venir de una mujer. Yo, antes de condenarla, doy por hecho que está mal informada. No sé mucho de ella, pero me parece que hasta podría declararse feminista convencida una vez caiga del guindo en el que anda subida. Ella y cualquier persona madura e íntegra. No es la primera vez que oigo hablar de machismo y feminismo como si fueran polos opuestos, y la verdad es que eso sí me solivianta a mí. El machismo implica ofensa, afán de superioridad y sometimiento, humillación, dolor, daño, agresión. El feminismo, por definición, busca la igualdad, habla de libertad, de reconocimiento y de la necesidad de que las mujeres tengan las mismas opciones y posibilidades, de poder alcanzar el mismo reconocimiento que los hombres, de que nuestro techo no sea unos palmos más bajo. Sin más. Existe una corriente (machista) que trata de identificar feminista con feminazi y con otros términos despectivos, con el extremismo y el odio visceral a lo masculino y en algunas mentes esta idea parece calar hasta el punto de encontrar hombres y mujeres que huyen como de la peste ante el temor de ser calificados como tales, gente a veces muy conocida y cuya opinión tiene cierta difusión.</div>
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"Ni machista ni feminista, soy persona". "Ya no hay que ir a las barricadas todo el rato". Todo esto ha dicho la actriz en cuestión. Todo el rato no, diría yo, pero sí con cierta regularidad y empeño, porque sigue habiendo frentes, muchos, en los que luchar: grandes guerras, como la violencia de género, tan brutal, tan repulsiva, y pequeñas batallas, como los micromachismos cotidianos, tan sutiles, tan asumidos como normales. Yo, como desafío prioritario, estoy tratando de educar a dos proyectos de varón en el feminismo más razonable y sano, y de momento, no me están saliendo mal. Para que en un futuro sumen, y no resten.</div>
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Vamos, Paula, declárate feminista, y ponte en primera línea de combate en esta batalla. Ya estás tardando, posiciónate, sorprende al enemigo disparando simplemente sensatez y cordura. Dejemos de una vez de ser nosotras las que tiramos piedras contra nuestro propio tejado.</div>
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Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-41128164433795200172017-05-09T18:40:00.001+02:002017-05-09T18:40:33.684+02:00Mi PRIMER ANIVERSARIO<div style="text-align: justify;">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoWyFqc0dlyMmv8kyOvRKwJZlzr3AYvu2wACeFqt9-Q8O2WwEGOfo3UCVGmI17yH0sPbwc5iaO0Axt3aB1S4b4CkUkcICOYPi7wg5MHvp0SFVWPJjpDXXpUeZ9DWMxqYWhnGyjY8LFEZGd/s1600/images.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoWyFqc0dlyMmv8kyOvRKwJZlzr3AYvu2wACeFqt9-Q8O2WwEGOfo3UCVGmI17yH0sPbwc5iaO0Axt3aB1S4b4CkUkcICOYPi7wg5MHvp0SFVWPJjpDXXpUeZ9DWMxqYWhnGyjY8LFEZGd/s1600/images.png" /></a></div>
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Esta semana me he dado cuenta de que cumplo un año. De bloguera, claro. Lo sé porque dediqué una de mis primeras entradas al día de la madre y a sus circunstancias. Aquí estamos, trescientos sesenta y cinco días más tarde, a vueltas con lo mismo: ser o no ser madre, las dudas, las renuncias, el arrepentimiento, la presión social, la culpa, el tema de la difícil conciliación, qué es para ti la maternidad....<br />
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Yo, que desde que mis hijos superaron la edad de los collares de macarrones y el marcapáginas de hojas secas, no he vuelto a tener regalos, viví ayer una inesperada y algo angustiosa experiencia de amor filial. Desayunando con mis chicos, sufrí un atragantamiento de esos en los que así, a lo tonto, parece que te ahogas sin remedio. Ellos, tan grandes, tan adolescentes, tan despegados de mí, tan...saltaron de sus sillas a intentar ayudarme con bastante empeño, poco acierto y una cara de impotencia absoluta. Joder mamá, qué susto, repitieron varias veces a lo largo del día. Ergo, todavía me quieren, parece. Me recordó que, aunque según crecen, la sensación de que te necesitan se va disipando hasta quedar muy bien disimulada tras sus miradas desafiantes y su aire de autosuficiencia, para mí lo más grande, el mejor descubrimiento de la maternidad, lo más de lo más, no ha sido lo que tú les quieres, sino lo que ellos te quieren a ti. Incluso en estos días, en los que la edad les va haciendo más críticos y que ya no me ven como en esos tiempos añorados en los que a sus ojos era la más guapa, la más lista, la mejor madre del planeta, ahora que muchos días paso a ser la más pesada, la más controladora, la number one en el ranking de madres petardas del mundo mundial, resulta que sí, que dentro de esos corpachones que dosifican los abrazos como si pagaran por ellos, aún les queda una buena ración de amor incondicional. Ahora bien, espero que la próxima vez que ponga a prueba el afecto de mis hijos sea usando otro método más sencillo, uno cualquiera que no me lleve al borde de la asfixia,<br />
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Y volviendo a mi aniversario, gracias a los que habéis hecho que mi marcador supere las diez mil visitas, a los que de vez en cuando os pasáis por aquí desde España, Argentina, Chile, Bélgica, México, Francia, Canadá, Estados Unidos, Portugal, Irlanda, Perú, ¡Rusia! Espero seguir teniendo alguna que otra cosa que contar y poder celebrarlo otra vez dentro de un año, así, como ahora, sin hacer mucho ruido. Y respirando, claro.</div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-10366967718817317482017-04-24T20:25:00.000+02:002017-04-24T20:25:51.541+02:00DE DESFILES Y TRASTIENDAS<div style="text-align: justify;">
A mí hay frases que se me pegan, que se me enganchan sin remedio y se me presentan después cual aparición en cuanto recibo un estímulo adecuado, igual que me ocurre con las canciones. Luego, en algún momento, se van y son sustituidas por otras. Ahora tengo varias, agazapadas y alerta a la espera de ser requeridas y poder decir aquí estoy yo. Una es de P.R., una declaración contundente respecto a lo escasas que se nos iban a quedar las calles si se celebrara alguna vez el Día del Orgullo Gilipollas. Me gustó la primera persona del plural, asumir que todos somos posibles candidatos a participar en ese hipotético y multitudinario desfile pero, por otro lado, añado que se me hace difícil suponer que uno pueda autoproclamarse gilipollas, así, públicamente y pasear este título con orgullo y la cabeza alta por la calles de su ciudad. Que otra cosa es que hubiera que ir invitado, recomendado previa nominación de otro, que ahí ya sí las calles reventarían por sus costuras de tanta abundancia de individuos. A lo que iba: raro es el día en que no escuche a un fulano o lea alguna declaración de un mengano, o incluso en que no me vea a mí misma tras alguna maniobra particularmente torpe o inoportuna, y vea claro que ya están (estamos) haciendo méritos para encabezar el desfile. Si hasta a veces los visualizo ondeando la bandera del colectivo con garbo y poderío.</div>
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Hace un par de días leí un articulo de M.M. y hubo otra frase que se me estableció temporalmente: "La superficie de la vida común es más grata que nunca en estos días de primavera temprana". La superficie, la epidermis de la sociedad. Por motivos de trabajo, hay ocasiones en las que la gente me cuenta cosas muy personales. Esta mañana he hablado con alguien a quien había visto con frecuencia por la calle. Es un hombre fuerte, grande, con cierto aire vikingo: por eso quizá se me había grabado su imagen robusta, su aspecto decidido, casi indestructible. Hoy hace un día bonito. con la superficie soleada y limpia, pero, para mi sorpresa, el vikingo guarda bajo su corpachón una carga pesada de inseguridad, angustia y miedo. En ese momento se me despertó la frase en cuestión. Comparto con MM la necesidad de "fabricar" sociedades con la epidermis saneada, lo importante que es vivir en lugares con jardines limpios, comida abundante y variada, zonas de encuentro abiertas y agradables, hospitales accesibles... y además, acepto la importancia de haber llegado a ese punto en el que circulas por todo esto con la naturalidad de saberlo cotidiano. Lo cierto es que este escaparate tan limpio oculta detrás muchas trastiendas sombrías habitadas por gente que lucha por abrir ventanas, que busca un poco de esa luz primaveral que anda hoy iluminando a diestro y siniestro la superficie de la vida en común. Mientras tanto, el cielo vikingo y otros muchos cielos permanecen a oscuras.</div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-29949718034789883812017-04-12T18:57:00.000+02:002017-04-12T18:57:59.073+02:00PRIORIDADES<div class="MsoNormal">
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<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
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<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> Mientras me maquillo, observo mi
rostro en el espejo y compruebo con sorpresa cómo mis rasgos me recuerdan a los de mi madre. Me hago mayor y, a pesar de los cuidados, encuentro frente a mí una
versión un poco desdibujada de mi cara, como si fuera en realidad una máscara de cera que
se empieza a derretir. En la frente, esas finas arrugas
horizontales que trato de tapar con un flequillo fijado con laca. Los ojos
verdes, como ella, pero sin su mirada tierna y envolvente, y enmarcados por unas bolsas amoratadas que mi madre nunca tuvo y que ahora mismo trato de disimular con un corrector. Los labios
finos, siempre cuidadosamente perfilados para tratar de hacerlos parecer más
gruesos. Ha llegado ahora el momento, mi momento. Hay que priorizar, decías tú,
ocuparte de lo que no puede retrasarse y no perder ni un segundo en lo que no
tiene solución. Ahora no puedo contestar al teléfono ni distraerme. Desde
siempre esta filosofía de vida me ha creado fama de egoísta, de difícil. No es
más que una cuestión de claridad de ideas: lo que importa y lo que no importa,
lo que urge y lo que no urge, lo que puede cambiar tu vida y lo que apenas te
dejará huella<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> El día a día está lleno de ocasiones
que pueden hacer tambalear tus principios, sacarte de tu camino, hacerte perder
el rumbo con distracciones baldías. No son más que contratiempos que hay que
sortear, arriesgándonos a pagar un precio por eso, con la seguridad de que la
recompensa final será mayor. Tanta seguridad provoca envidias, bien lo sé. Eso
me lo explicaste bien siendo muy niña: ten claros tus objetivos y no cometas el
error de ser débil, no hay más remedio que dejar cadáveres en el camino. El fin
justifica los medios casi siempre, y aunque nunca debes traspasar el límite de
lo legal, en ocasiones deberás acercarte a lo inmoral. Hacerte grande
empequeñeciendo a otros a la vista de los demás, correr más rápido poniendo
trampas en el camino de tus rivales, subir más alto utilizando energía ajena.</span> Creo que he sido lista, pocas veces
han podido demostrar mis manejos. Así, he ido alcanzando objetivos, obteniendo pequeños éxitos primero, triunfando en grandes batallas después. Nunca
me paro en lo que no tiene vuelta atrás; aunque me duela, no pierdo el tiempo en lo irreversible.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> Tú viste en mí la fuerza y la
determinación que no tenían mis hermanos, pero también la admiración sin
límites que te aseguraba el control de mi voluntad. Supiste que yo sí llegaría
a donde me propusiera, o mejor dicho, a dónde tú te propusieras. Hay mucho
trabajo detrás, muchos años de sacrificio, de estudio, de dedicación y
de soledad para ser la primera. </span>No me resulta fácil recordar mis
años de colegio, el escrutinio minucioso después de cada examen, de cada trabajo. El interrogatorio para comprobar que nadie había sido superior a mí. Las eternas
comparaciones, la sensación de estar siempre alerta, de no poder perder el
tiempo en juegos y bromas, el dolor causado por la indiferencia de unos, el
desprecio de otros y la obligación de rechazar las escasas solicitudes de
amistad de unos pocos. No creas en las alianzas, decías, cada uno lucha por sí
mismo. El aprender también a mentirte, a saber que la sinceridad contigo sólo
me traería problemas, a disfrazar mi realidad para convertirla en la tuya y ser
así digna de ti, de tus halagos, de tu orgullo, de tu amor. De camino a casa, me paraba frente al escaparate de una pequeña librería, a pocos metros
de nuestro portal. Ensayaba muecas, gestos. Recuperaba mi papel de hija
perfecta, dueña de mi vida, cubriendo con una capa de arrogancia desmedida mi
inmensa soledad, el infinito desamparo en el que vivía fuera de tus ojos, donde
no era más que una niña lista, distante y perdida. Frente al cristal, practicaba
mi discurso de triunfadora, haciendo crecer mis éxitos, salpicándolos de
malvadas pinceladas que dibujaban de forma grotesca a otros compañeros más
débiles. Era lo que tú querías oír. <span lang="ES">Me moldeaste a tu antojo, sabiendo
que era la única que te apoyaría siempre. Conocía tus planes antes que nadie y admiraba tu encanto, tu personalidad engañosa y embaucadora
que a todos hipnotizaba. Pero yo sabía la verdad, la falsedad de esas fiestas y
esos halagos, las segundas intenciones de cada uno de tus guiños. </span>En algún momento quise escapar de
todo esto, pero eras lo único que me quedaba, y fui cobarde. Me plegué a tus
planes y me convertí en ti. No debo demorarme ahora.
Es mi gran día, todos me esperan, por fin el justo reconocimiento a nuestro trabajo, el galardón anhelado, la guinda del pastel.</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> El teléfono suena impertinente. Desde tu casa, desde los números de mis hermanos, desde la
recepción del hotel. Sonó mientras me duchaba y suena mientras elijo
minuciosamente mi atuendo, vestida para triunfar, que dirías tú. Sigue sonando sin tregua en mi cabeza, aunque lo desconecté hace horas. La gravedad de tu estado presagiaba ayer un inminente e inoportuno final. Pero no dejaré que nada me
distraiga. No me necesitas, no puedo hacer nada por ti, es solo una cuestión de prioridades.<o:p></o:p></span></div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-67841060185719081062017-04-07T11:07:00.000+02:002017-04-07T11:07:57.141+02:00DEL FUNDAMENTALISMO NUTRICIONAL<div style="text-align: justify;">
Desde el punto de vista de gran parte de los habitantes del planeta, esos que no pueden permitirse el lujo de poner pegas a lo que consiguen llevar a su estómago cada día, el tema del que voy a hablar no dejaría de ser una frivolidad y para nosotros, habitantes del "primer mundo", que ellos consigan llenarse el plato debería ser nuestra verdadera prioridad en el tema de la alimentación. Dicho esto, aclaro que me interesa el tema de la nutrición saludable y que considero una parte muy importante de la educación conseguir que nuestros hijos tengan buenos hábitos en la mesa.</div>
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Lo que observo estos últimos años es que, además de expertos sensatos, hay una auténtica proliferación de modas en esto de la ingesta de alimentos, de manera que somos acusados desde varios frentes de llevar muchos años comiendo de forma irresponsable. En general, todavía parece haber consenso entre los nutricionistas respecto a las bondades de la dieta mediterránea, es decir, de una dieta variada, con un alto consumo de productos vegetales frescos, de legumbres, de frutos secos, de cereales (trigo también, sí), aceite de oliva, poca carne roja y un aporte diario de productos lácteos. Es una dieta "heredada", culturalmente asentada y que permite comer de forma variada y rica.</div>
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Resulta que ahora hay que ver la alimentación no como una forma más o menos responsable y placentera de cubrir nuestra necesidad de alimentarnos, ni de saciar nuestro apetito, sino como una forma de vida, y en eso yo ya no estoy al día. Los seguidores de cada una de las dietas la defienden con fervor místico, hablando de la necesidad de cambiar de hábitos (para seguir estrictamente los suyos) con el mismo empeño que un fiel pone en seguir las normas religiosas. Se trata de llevar a descreídos por el camino de la verdad, empeñados en convertirnos a su causa como si les dieran un premio por socio conseguido o más bien por pecador redimido. En general, vegetarianos y veganos que conozco suelen ser respetuosos: su decisión suele estar basada, además de en el convencimiento de la bondad de esta dieta, en razones de rechazo a la explotación de animales para nuestro consumo y en motivos de protección del medio ambiente. Nada que objetar, yo misma podría hacerme vegetariana sin echar de menos demasiadas cosas. Pero tanto dentro de estos grupos como de otros (defensores de la dieta disociada, la paleo, la higienista...) hay "practicantes" que te hablan desde la luz, desde la verdad que un día les fue revelada. No informan, no dan consejos: ellos predican, ellos "saben", ellos "conocen", y proclaman su doctrina con la seguridad del que se sabe elegido, decidiendo lo que es alimento y lo que es veneno para nuestros cuerpos ( y quizá para nuestras almas). Los no enterados, nosotros, los infieles, somos consumistas ignorantes, carne de cañón al servicio de los intereses (que obviamente existen) creados por las grandes cadenas y por los Estados, que se alimentan a la ligera sin pensar en las graves consecuencias de su actitud, de la gravedad de nuestro empeño en perpetuar nuestras malas prácticas en las siguientes generaciones.<br />
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Hace poco vi un titular que decía algo así como "tendencias nutricionales". O sea, ya no vale con vestir los colores de moda o en bailar al último ritmo, además, hay alimentos que son tendencia. A mí, hasta el extremismo en este tema me parecería respetable siempre que se ejerciera solo entre las paredes de cada casa, como parte de las rutinas del creyente en cuestión. Así, nos evitaríamos las caras de desagrado cuando decidamos comer según qué platos o las miradas de conmiseración del que sabe que está ante un zoquete que se está condenando sin remedio. Sé los riesgos de una ingesta diaria y excesiva de azúcares y grasas, pero tampoco creo necesario estudiarme al milímetro la composición de una galleta cada vez que alguien me la ofrezca, ni creo que sea cuestión primordial eliminar completamente los lácteos si me gustan y me sientan bien. Claro que cuanto menos procesado está un alimento es nutricionalmente más rico, que acostumbrarnos a una alimentación variada y con cocinados poco agresivos es positivo, pero me niego a renunciar a los pecados puntuales y a la improvisación de probar determinadas cosas, o a ceder a la obsesión de medir el aporte calórico de cada plato. Sobre todo, y una vez más, me niego a sentirme juzgada o culpable por visitar con cierta frecuencia los supermercados o por no comprar siempre las lechugas de cultivo orgánico.<br />
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No dejo de pensar en que, en el fondo, todo esto es una preocupación más de gente acomodada que, lejos de luchar con la misma intensidad por conseguir un reparto más justo de las lentejas, pone todo su empeño en campañas agresivas para que las nuestras, las que tenemos seguras cada día, sean intachables en su denominación de origen.</div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-29776120533242295442017-03-29T10:53:00.000+02:002017-03-29T10:53:01.940+02:00ME FALTA UN VERANO (O DEL INSOMNIO IMPRODUCTIVO III)<div style="text-align: justify;">
Anoche, el virus que me andaba rondando pudo conmigo y me impidió respirar con la normalidad que uno requiere para el buen dormir. Como consecuencia, empecé a temerme varios días a medio gas, lo normal para un catarro de mediana intensidad, y esto se tradujo en un aumento de mi intranquilidad y de mis dificultades para conciliar el sueño. Como si fuera una traición de mi cuerpo: ahora no me puedes fallar, con la de cosas que tengo que hacer. Esta mañana, adormilada y, efectivamente, con escasas energías para cualquiera de las actividades que tenía pensadas, intento convencerme de que casi todo es aplazable, de que no pasa nada por parar un poco hasta alcanzar unos límites de energía razonables<br />
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Observo a esos amigos que disfrutan siempre con su vida, la que tienen, la que han ido tejiendo con tesón, eligiendo madejas y texturas hasta conformar una especie de abrigo protector que les acoge sin pedir nada a cambio; que les permite parar sin pesadumbre cuando la vida lo requiere, disfrutar de los pequeños placeres cotidianos y no ambicionar nada que no tengan; que gozan de las tardes de manta, libro y buena compañía como si de un regalo se tratara, un privilegio, porque en realidad lo es; que parecen haber completado su propio crucigrama y no necesitan buscar nuevos pasatiempos; que ya tienen las respuestas que necesitaban y no les nace hacerse preguntas nuevas; que son capaces de saborear lo que han vivido, sin sentir la ansiedad de lo que les queda por vivir, dejando simplemente que la vida les sorprenda y les traiga regalos a su puerta; los que trabajan, y a veces mucho, por enriquecer el lugar que ya ocupan, o por alcanzar algún destino no muy lejos del centro de su universo.<br />
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Yo no sé llevar una vida así de apacible. Sí a temporadas, pero siempre vuelve la inquietud por cambiar, el temor a dejar de hacer algo para lo que mañana puede ser tarde, el miedo a la monotonía, la intensidad para lo bueno y lo malo, por aprovechar el tiempo, el ansia de vivir. Todo esto me conduce a la búsqueda nuevos estímulos, a la multitarea, enriquecedora a veces, pero que enreda mucho el día a día, una manera tonta de complicarme la vida. Puedo disfrutar de alguna tarde de sofá, claro que me gusta, o de tres perezosos días de playa, siempre que al día siguiente me espere la promesa de una nueva experiencia. Que si hoy he saboreado un lento desayuno en soledad, pueda encontrar en algún momento del día un poco de música alrededor, incluso de ruido, de comprobar que si he currado mucho sin llegar a buen puerto, mi premio son las escalas del camino y los viajeros encontrados. Hablo de querer dar sentido a cada minuto, de la necesidad de justificar cada paso dado, del hambre por ver todo cuando llegas a una nueva ciudad y de la frustración cuando algo se te escapa de las manos, de buscar la torre más alta para comerte lo que de nuevo se te ofrece, de descubrir a un nuevo escritor y querer leer todo lo suyo, o de la fatalidad de encontrarme un pequeño escalón roto y, en lugar de sortearlo sin más y olvidarlo, pensar que se vendrá abajo toda la escalera. <br />
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Creo en la cultura del esfuerzo y se lo cuento a mis hijos, insistente y pesada, como parte necesaria de una trayectoria de vida, pero me consta que tras el trabajo constante no siempre te espera la justa recompensa y que con frecuencia lo mejor te está esperando en la esquina por la que no tenías planeado pasar, en el barco que iba a zarpar sin ti, en el bar donde te resguardaste de esa lluvia repentina, o en un reencuentro azaroso con alguien a quien habías perdido la pista. Por eso quizá mi afán por moverme, probar, indagar, aventurarme, perderme por otras calles, vivir alerta, con un radar encendido que me avise de hacia dónde puedo dirigir mis pasos para que un buen día, un día normal, tenga la oportunidad de convertirse en un día extraordinario e inolvidable. Y, como decía Serrat, aprovecharlo o que pase de largo depende solo de mi. No sé si compensa, imagino mucho más fácil navegar siempre por un mar tranquilo que pasar de la calma chicha a la tormenta, de la tormenta al más esplendoroso día y otra vez vuelta a empezar, pero no sé ser de otra manera.<br />
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Vivo con la certeza de que la vida no espera, de que un día perdido es un día que no vuelve, de que, en mi haber, me faltan algunos días a los que no supe interpretar bien. Sería fantástico apagar el radar y caminar largos trayectos con la conciencia de que lo que tengo es suficiente y valioso, saber vivir sin ser una candidata perpetua a unas sesiones de mindfulness ( lo tengo pendiente). Mientras, continúo buscando el valor a cada piedra del camino, para no volver a sentir que unos días pasaron sin dejar huella, para que nunca más me falte ese verano, ni ningún domingo, ni mucho menos una primavera. Aunque a lo mejor todas estas tonterías solo son producto de la fiebre, quién sabe.</div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-48039692460435900902017-03-05T11:00:00.001+01:002017-03-05T11:00:32.894+01:00DE LOS IDIOTAS Y LOS AUTOBUSES<div style="text-align: justify;">
De todo hay en el mundo: gente lista, ingeniosa, negativa, brillante...y hay gente idiota. De esos que van pregonando sus firmes e inflexibles creencias, convencidos de haber nacido ya propietarios de la verdad. Normalmente es una característica difícil de disimular, por lo que se les huele, se les ve venir y no es difícil evitar el contacto para salvaguardar nuestra sensatez. Hay gente que es idiota y además peligrosa. Êstos, no contentos con vivir según sus normas, necesitan imponerlas también bajo el techo de los demás. No aceptan el aborto o el matrimonio gay en su barrio, en su pequeño mundo, y además tratan de evitar que sea aceptado en el tuyo. No siempre son fáciles de detectar, porque tardan en dar la cara y van sembrando nuestro camino de pequeñas trampas con el fin de enredarnos en su telaraña de hilos pegajosos. Los peores de todos son los idiotas, peligrosos y tóxicos, las joyas de la corona, lo que se dice un pack completo de cualidades. Estos individuos, no contentos con tratar de convencer al mundo de sus teorías inamovibles, se empeñan en propagar su mensaje intolerante, discriminador, racista o intransigente en el lugar donde más víctimas pueden causar, es decir de manera mezquina y perversa. Se me ocurre un supuesto como ejemplo: un grupo ultraconservador decide lanzar a las calles un autobús pintado de una manera llamativa, que podría ser de color naranja, y rotulado con un mensaje de rechazo a un grupo o realidad social que ellos, no contentos con su guerra personal, necesitan poner en evidencia y señalar con el dedo. Como podría ser los niños transgénero. Este autobús estará destinado a circular por las calles de una gran ciudad, haciendo parada a las puertas de algún colegio con el fin de clarificar las obtusas mentes dispuestas a aceptar que la identidad sexual es, en ocasiones, una cuestión distinta a la realidad biológica, al reparto de penes y vulvas decidido genéticamente. Con ello, tratarán de respaldar a aquellos que niegan esta opción de vida, de sembrar dudas en los que la aceptan de forma natural y de echar por tierra todo el esfuerzo invertido por profesores, padres y niños en su integración y normalización. Claro, todo esto apoyado en el ¿incontestable? argumento de que están respaldados por la ciencia, por la biología. Ante la avalancha segura de protestas, esgrimirán su derecho a la libertad de expresión. Lo del respeto hacia otras realidades diferentes a la suya o la empatía ante el dolor ajeno, ya si eso se lo dejarían para septiembre. Pero claro, esto no es más que una conjetura, un ejemplo inverosímil pensado con malicia.</div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-44826367335291385382017-02-26T11:22:00.000+01:002017-02-26T11:22:40.967+01:00RELEER LA VIDA<div style="text-align: justify;">
Hace unos días asistí a la presentación de un libro de relatos. Entre otras cosas, de la autora se destacó que parecía ser una gran lectora, sea lo que sea que esto quiere decir. A continuación le cuestionaron sobre lo que estaba leyendo en este momento (después de todo, la cita era en una librería), es decir, qué libros, autores, géneros actuales le interesaban. Su respuesta fue, en resumen, que ella es una gran relectora, es decir , de las que leen repetidamente a sus autores favoritos, con insistencia, una reincidente que siempre termina recurriendo a Kafka, a Tolstoi o a Dostoievski. Al parecer, su objetivo al escoger un libro es leer textos que la enseñen y que le sugieran cosas para a partir de ahí, fabular y comenzar sus relatos. Dicho todo esto con naturalidad y sin pedantería, todo hay que decirlo. Yo soy muy poco fan de los relectores exclusivos, pero más me asombra cuando tus circunstancias en el momento en que lo declaras con convicción son las de un escritor digamos solo medianamente conocido, tratando de convencer a un público de que te compre a ti, a tu mundo inventado, a tu libro nuevo recién editado y dispuesto a ser leído por primera vez. No sé, yo creo que lo sensato por su parte sería lanzarnos un interesado discurso sobre la cantidad de talento y de buenos libros que hay entre los escritores noveles. Y si no, ¿ porqué salvar el tuyo entre todos los libros editados?, ¿porqué despreciar de antemano el poder de inspiración, la capacidad de emocionar y de evocar de cualquier otro escritor contemporáneo tuyo? Es como si un director de cine del siglo XXI reconociese públicamente dedicar horas a la visualización de las obras maestras de Fellini, Bergman y Kubrik, por ejemplo, y nada más que a ellos, pero aspirase a un Oscar por la brillantez de su peli. O un compositor musical que rechazase escuchar nada creado después de Verdi, pero que aceptase un premio por su última aportación al género operístico. </div>
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En la vida hay muchas cosas de las que disfrutas una sola vez, por irrepetibles o porque no sientes la necesidad de revisitarlas, y eso no impide que recuerdes siempre las sensaciones de ese momento. Incluso los libros que a mi sí me pidieron una segunda lectura, ya nunca me regalaron esa fascinación del primer encuentro. Es cierto que descubres detalles nuevos, que merece la pena disfrutarlos ya sin la urgencia de ese querer pasar página, pero la emoción, el asombro, no son los mismos. Si alguien me ofreciera pasarme el resto de mi vida reviviendo todos y cada uno de mis momentos felices, así, en bucle, una y otra vez, diría que no. Correría el riesgo de tropezarme con tal de no renunciar al subidón de lo nuevo, a la posibilidad de la sorpresa. al deslumbramiento de las primeras veces. </div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6413685448806644850.post-44873356359507642152017-02-21T19:33:00.001+01:002017-02-21T19:33:13.468+01:00LA HERENCIA<div class="MsoNormal">
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<div style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 13.5pt; line-height: 150%;"> Tras muchos años de vida poco convencional, quiso mi padre dar a su
muerte un toque de formalidad y, para nuestra sorpresa, dejó escritas sus
últimas voluntades. Nuestra relación con él distaba mucho de ser cordial y
se limitaba a unas breves visitas que le hacíamos, por turnos y muy espaciadas,
para asegurarnos de que seguía en este mundo. En esos casos nos recibía con
cierta </span><span lang="ES" style="font-size: 13.5pt; line-height: 150%;">sorna, mis hijos queridos, y tras proferir algún que otro desatino, nos
invitaba a abandonar su propiedad con premura. Nunca quiso ser padre, fue
algo circunstancial a lo que se dejó llevar y de lo que escapó en cuanto
supo cómo. Su albacea, un letrado gris y eficaz, nos convocó a los cuatro hermanos
a su despacho a una hora temprana. Una vez sentados alrededor de una gran mesa
redonda, solemne, de madera maciza, leyó con voz firme el reparto de sus
bienes. </span><span style="font-size: 13.5pt; line-height: 150%;"> A
Pablo, mi primogénito, pilar de la familia, guardián de nuestro honor, le
cedo la casa, con el compromiso de mantenerla en buen estado y la
responsabilidad de conservarla para las siguientes generaciones; a Marina, mi
niña caprichosa, le regalo las joyas de mamá, para que las disfrute junto
a sus hijas y preserve intacto, como merece, lo poco que guardo de vuestra
madre; a Ernesto, por su apego a los bienes terrenales, le corresponde
la hacienda, la superficie cultivable, que debe ser trabajada para dar fruto
cada temporada; y a Noel, mi pequeño ilustrado, por su inagotable afán de
conocimiento y su incansable empeño en mejorar mi vulgar lenguaje, por su
ansia de saber y exponer su alto nivel intelectual, le cedo mi biblioteca,
mi mayor tesoro. Considero un acierto el reparto, apostilló el albacea visiblemente
emocionado. Viejo cabrón, masculló mi hermano. </span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 13.5pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-size: 13.5pt; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 13.5pt; line-height: 150%;"> Los pendientes de perlas de mamá permanecen en un pequeño
joyero, a la espera de una necesaria reparación, consistente en engarzar nuevas
perlas, ausentes en el momento de la entrega. Las macetas de Ernesto
encontraron su lugar en la terraza soleada de su casa, y llenas por primera vez
de tierra fértil, quizá den flores y frutos la próxima primavera. La caravana
de Pablo, tras alguna reforma y la reconstrucción de su destartalado techo, ya
sirve de lugar de juegos a sus hijos. Y mi libro, un ejemplar antiguo del
Selecciones del Reader's Digest, algo maltrecho e incompleto, duerme en mi
mesilla de noche hasta que encuentre la ubicación perfecta para que no pierda
la condición de pieza única que le dio mi padre. Que en paz descanse.</span><span style="font-size: 13.5pt; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></div>
<o:p></o:p>
<div style="text-align: right;">
<span lang="ES" style="text-align: justify;"> </span></div>
</div>
Ynada Maxhttp://www.blogger.com/profile/16153815733525682164noreply@blogger.com0