miércoles, 24 de agosto de 2016

PUES SERÁ BUENA...

   Estoy leyendo un libro de éxito. Uno de esos que forman parte de las listas de más vendidos, cuyo autor ha recibido premios importantes y que, además, llega a mis manos recomendado por varias valoraciones más que positivas de reconocidos críticos (prosa deslumbrante, dice uno de ellos) y por la lectura entusiasta de gente más cercana a mí. Yo lo tengo en la lista de lecturas pendientes desde su publicación, hace varios años. A principios del verano decidí que en estos meses pasaría a la lista de leídos. En ello estoy. Aunque no recientemente, leí con agrado varios títulos del mismo autor. En los últimos años, sí he leído alguna columna que acostumbra a publicar en un determinado periódico y  sus historias y el tono empleado en ellas no han conseguido convencerme, emocionarme ni interesarme.

  El libro en cuestión, que estaría englobado en el género de novela histórica, yo más bien lo pondría en el de historia novelada. Es decir, es la trama la que se pone al servicio del relato histórico y no al revés, lo que hace que las escenas resulten en ocasiones muy forzadas, poco naturales y nada creíbles. Que las conversaciones entre personajes resulten un "aprovecho el momento para contarte este episodio sin ahorrarte un detalle". Los personajes, en general, están bien definidos y descritos, aunque en el caso de los protagonistas, cuesta en ocasiones imaginarlos protagonizando según qué suceso de la Historia en los que el argumento les obliga a tomar parte activa, pues para eso han sido creados. Y yo no lo veo.

   En relación al estilo, la parte novelada fuerza mucho el sentimentalismo, la emotividad, quizá para contrastar la crudeza de la época, de los momentos que relata. Aunque son varias voces las que cuentan los hechos desde sus diferentes puntos de vista, están bien separados por capítulos y es fácil distinguir quién toma la palabra y cuando lo hace. La prosa es sencilla, fácil de leer. aunque, quizá por esa carga de emotividad, para mí está pasada de adjetivos.

  En definitiva, no me convence. Y sin embargo, mi problema como pseudocrítica literaria es que no me siento capaz de hacer comentarios demasiado negativos si detrás de unas páginas adivino un descomunal trabajo de documentación y horas y horas de lectura y de escritura para encajar todas las piezas, los personajes reales, los inventados, las fechas, los lugares. Pues será verdad que es estupenda.

   Yo, en estas ocasiones, prefiero omitir el título y el autor, y quizá debería acogerme al dicho aquel: si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas nada