domingo, 18 de diciembre de 2016

DEL TONTO SIMÓN Y LOS MALENTENDIDOS

   Eres tonto Simón y no tienes erección. Así cantó durante años alguien que yo me sé este conocido estribillo de Radio Futura. Y le costó aceptar que no era ésta la versión correcta. Después de tanto tiempo, la otra le parecía simple, carente de chispa, en cambio la suya era la lógica hecha canción: corto de inteligencia y limitado en sus funciones viriles, cómo no merecer unas estrofas. Yo misma pasé parte de mi infancia creyendo que Shakespeare y Séxpir eran dos persona distintas, hasta que un día vi la luz. Uno de mis hijos, con tres años, vino un día del colegio contándonos las virtudes de Cristo Balcolone. Creímos que era un personaje de cuento hasta que nos habló entusiasmado de unas carabelas y del descubrimiento de América.  Gente hay que celebró muchas fiestas de cumpleaños cantando a voz en grito mientras se preguntaba en silencio quién narices sería el famoso Centudía (feliz, feliz, Centudía).

   Probablemente todos recordamos uno o varios equívocos de éstos asociados normalmente a nuestros días de infancia. Los que puedes recordar y repetir con una sonrisa son  banales, inocentes y divertidos, aunque sospecho que había muchos más que el tiempo ha ido borrando de nuestra memoria. Lo malo es cuando los malentendidos pasan a cobrarse víctimas.Y lo que nace como una duda o un error, como un creí qué, me pareció qué, me han dicho qué, entendí qué...se empieza a extender convertido en rumor y llega a ser una verdad verdadera. Y esos, que nadie quiere recordar, son los más difíciles de borrar. Pero yo me empeño, por eso sigo cantando la otra versión del tonto Simón, para no descuidarla, con la cándida idea de que si doy un espacio preferente a mis vivencias felices (muchas veces triviales o frívolas), acabarán por hacerse fuertes frente a los malos recuerdos.