domingo, 29 de octubre de 2017

EN CASA DE LOS OTROS

    #MeToo# dice el hashtag que ha circulado por todo el mundo. Esta vez, se trata de una forma de acoso de las más clásicas y rastreras: hombre en posesión de poder en su ámbito profesional, que se puede permitir (y lo hace) intimidar, presionar, humillar, amenazar... para conseguir su trofeíto sexual, una muesca más en su culata, y para ello apuntan y disparan sobre mujeres jóvenes, en ocasiones escandalosamente jóvenes, todas ellas en ese punto de su vida en el que con una denuncia tienen mucho que perder y poco o nada que ganar, salvo quizá una etiqueta de problemática o difícil, el dudoso honor de ser recordada para siempre como "X, la mujer que denunció a Z", y la sospecha eterna de haberlo hecho para conseguir fama a su costa.  Ellos, en su posición privilegiada, ni siquiera se pararán a pensar en lo delictivo de su comportamiento.Total, por presionar un poco,  aprovecharme de su confianza...tretas de depredador veterano. Bien se cuidan de no actuar nunca frente a iguales, de protegerse el culo, de no enfrentarse a mujeres con una posición lo suficientemente asentada como para poder conseguir apoyos y credibilidad con la misma facilidad que ellos. 

   Muchas de las que han denunciado en este último caso, el del productor H. Weinstein, de las que han contado su miserable comportamiento, han narrado cómo y de qué manera se zafaron de sus asquerosos manejos. Pero es muy probable que otras, que por miedo, debilidad o inmadurez aceptaron pasar por el aro, sean todavía incapaces de verbalizar lo que ocurrió por sentirse culpables de haber cedido ante las presiones de semejante elemento. Ellos lo suelen llamar relaciones adultas consentidas. Si me pongo en su lugar e imagino una experiencia así recién salida del cascarón familiar, a lo mejor a estas alturas del cuento preferiría olvidar e intentar vivir como si no hubiera ocurrido antes que hacer público y notorio que yo también estuve allí. 

   Es indignante, censurable, denunciable... pero lo que más me preocupa una vez más no es el hecho de que aparezca una manzana podrida en el cesto,  es más bien esa cantidad de gente supuestamente empática y respetable que hizo la vista gorda, por amistad, por interés, por dejadez y, sin ningún tipo de escrúpulos, tapó, ocultó, negó, convenció e hizo bromas sobre las debilidades de la fiera. Gente no tan desamparada, no tan indefensa, actores famosos que viven con mujeres, que tienen hijas, que tienen madres. "H. es así", se dirían unos a otros conscientes del defectillo de su amigo, de esa incorregible afición, con una sonrisa de complicidad, de condescendencia. Ya se sabe, a los amigos se los acepta como son, con sus virtudes y sus defectos, con sus millones y sus perversiones. Mejor mirar para otro lado. Y eso de la rectitud, la ética, la integridad moral...mejor lo dejamos para otro día. O para otra casa.