miércoles, 29 de noviembre de 2017

#YOTAMBIÉNMECOMPROMETO# (DECÁLOGO PARA MADRES Y PADRES DE VARONES)

   Siempre quise tener chicos. Es más, durante los primeros años de mi adolescencia, repetía con insistencia cuánto me hubiera gustado ser un tío. Todo me parecía más fácil para ellos, una sociedad dibujada a su medida y que a veces me resultaba incómoda, como una prenda apretada. Creo de verdad que la responsabilidad de que las cosas cambien de una vez y para siempre recae en todos, que transformando nuestros pequeños mundos domésticos podremos dibujar de verdad una colectividad más justa, más equitativa. Y creo también que quizá las familias que educamos varones tenemos un poquito más de tarea que las que educan niñas. 

   Visto para sentencia el famoso caso de "La Manada", encontramos en el banquillo a cinco hombres ya adultos, educados en cinco familias distintas, con cinco vidas y trayectorias diferentes y me resulta muy difícil comprender esta barbaridad colectiva, cómo es posible que, entre las risas, el entusiasmo, la grabación de vídeos con comentarios para presumir ante los colegas, ninguno tuviera un breve momento de lucidez para preguntarse qué c.... estamos haciendo. Qué es esto. Es casi una niña. Ha bebido. Hemos bebido. Somos cinco, mayores, más grandes. Es nuestra fiesta, no la suya. Es humillante. Es rastrero. Damos asco. Igual me da si resulta que ella se dejó llevar sin saber muy bien en qué charco se estaba metiendo o si decidió seguir el juego para que terminara cuanto antes. Me resulta imposible aceptar que sabía lo que le esperaba. Imposible para mí admitir que fuera sexo consentido y compartido en tales circunstancias. Imposible defender que, tras semejante festín lúdico (supuestamente para los seis), ellos, tan colegas, tan satisfechos, se largaran dejándola sola, medio desnuda y sin saber seguramente de que lado vino el ciclón que se la había llevado por delante. Eso sí, ahí te quedas, maja, ya te hemos utilizado para lo que queríamos, vamos a ser la envidia del grupo, los machos alfa de la manada, eres la prota de la peli, algo difícil de superar. Lo malo es que al final no la invitaron a una cerveza a la chavala, dice uno, y se sentiría mal. Acabáramos, tan simple como eso: faltó la palmadita en la espalda. No hay más que leer los mensajes que intercambiaban entre ellos. Que puede que sean imbéciles, dice su abogado. Y primarios, y patanes. Puede. Pero son buenos hijos, dijo el letrado, causando la emoción de sus defendidos.  Ante esto, no puedo evitar pensar en sus familias, en sus madres y padres, si podrán aceptar y hasta defender de alguna manera lo que pasó, o si se sentirán avergonzados y fracasados en su papel de educadores. 

   Me gustaría decir que yo me siento obligada, por la sociedad en general y por las mujeres del futuro en particular, a educar a mis hijos de otra manera. Para que no confundan las cosas. Para que no sean patanes, ni mucho menos delincuentes, ni nadie pueda sufrir por su imbecilidad ni por su incapacidad para ponerse en el lugar del otro, para tratar de modelar seres humanos mejores, para que las chicas no se sientan amenazadas con su presencia. Es importante decirlo, es vital intentarlo, comprometernos al menos...  

1. A educarlos para que no rían, ni jaleen, ni animen, ni reproduzcan, ni repitan chistes ni comentarios machistas o vejatorios hacia las mujeres, con el fin de no perpetuar comportamientos que acaban justificando situaciones de agresión, física, verbal o psicológica.

2. A enseñarles a asumir su libertad para expresar todo el rango de emociones del que disponemos: decisión, sensibilidad, vulnerabilidad, amor, decepción... y por encima de todo la empatía.

3. A animarles a tener la valentía de reivindicar públicamente su derecho a sentir todo lo anterior, a compartirlo con quien quieran, aun a riesgo de sentirse fuera del grupo. En todo caso, mejor alejarse de las manadas. 

4. A empujarlos a defender fuera de casa un modelo de sociedad justo, a no tolerar discriminaciones ni abusos, a animar a denunciar a quien las sufra, y a ponerse de su lado.

5. A tratar de ser yo misma, nosotros, un ejemplo en casa, de familia que se apoya, que colabora, a intentar un reparto de tareas igualitario y a dejar los roles establecidos fuera, al otro lado de la puerta de entrada.

6. A mostrarles ejemplos de personas válidas de ambos sexos, en todos los campos, haciendo hincapié en figuras, famosas o no, cercanas o no, que hayan roto estereotipos para dedicarse a actividades no hace muchos años vetadas para personas de su sexo.

7. A comentar en casa cualquier suceso o hecho como éste, a animarles a posicionarse, a entender por sí mismos, a sacar conclusiones.

8. A no tolerar comentarios vejatorios centrados en el aspecto físico de una mujer. A que intenten ir más allá de la imagen que proyectan. 

9. A que respeten la opción sexual de cada una, sea la que sea. Sin bromas, sin etiquetas, con naturalidad y brindando su apoyo si alguien lo necesita. 

10. A que utilicen los nueve puntos anteriores para intentar ser felices y para tratar de cambiar su zona de influencia. 


#Yotambiénmecomprometo#

Y espabilad, chicos: ellas, todo esto, lo aprenden mucho antes que vosotros.